DÍA TERCERO.
Reflexión: Caridad divina de San Antonio
Elevó el Señor
a San Antonio al más alto grado de perfección y consumó sus
virtudes heroicas con un ardentísimo amor de caridad.
Sus biógrafos le
comparan con los serafines. ¿Quién podrá adivinar la ternura de su
amor a Jesús?
Aquella escena
en que el Niño Dios se recrea en los brazos del Santo puede servir
para hacernos adivinar sus éxtasis, sus deliquios, sus ternuras
seráficas...
¡Qué ejemplo
para mí, frío, miserable, pobre pecador!...
EJEMPLO: Toda la
vida del Santo fue un himno de amor al Señor. Todas sus caminatas,
toda su predicación, todos sus trabajos... todo lo hizo por amor a
Jesús. Y Jesús se lo recompensó aún en vida con bellísimas
apariciones
Cuentan los
biógrafos que el Conde Tisso le invitó a descansar unos días en su
castillo. La preparó una habitación muy apartada para que el Santo
pudiera dedicarse con más a sus devociones.
Por casualidad
pasó el Conde por allí y vio un gran resplandor debajo de la
puerta. Observó curioso por la cerradura y ¡oh maravilla!,
contempla cómo el Niño Jesús, rodeado de luz celestial, acaricia y
abraza a San Antonio.
Desvanecida la
visión, obligó el Santo al Conde Tisso a que no revelara tal gracia
hasta después de su muerte. Así lo cumplió el Conde.
Breve
Meditación...
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