DÍA OCTAVO. Reflexión. Obediencia de San Antonio
La obediencia es la muerte de la propia voluntad y cuando el hombre mata a ésta, mata a su mayor enemigo. La voluntad divina manifestada por los legítimos Superiores, obra entonces maravillas en las almas. San Antonio fue obedientísimo. Lo fue tanto, que a un acto suyo de obediencia debemos haber descubierto a este nuevo Doctor de las Gentes. Obedece y humilla tu amor propio: Dios te ensalzará.
EJEMPLO: San Antonio fue durante toda su vida un hijo fiel de la obediencia. Primero en la Orden Agustina y luego en la Orden Franciscana. Por obediencia aceptó el oficio de hospedero del monasterio de la Santa Cruz de Coimbra. Por obediencia sacrifica su ideal misionero y se embarca rumbo a Lisboa. Por obediencia se escondió en el eremitorio de Monte Paulo para dedicarse a los más humildes menesteres. Por obediencia abandona aquel santo retiro y se dedica a la predicación. Por obediencia recorre pueblos y ciudades proclamando el Evangelio. Por obediencia acepta el nombramiento de Lector de Teología.
Todo lo hizo por obediencia. Es el camino más seguro. San Antonio, obedeciendo siempre por el Señor, siempre acertó.
Breve Meditación.
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