DÍA QUINTO.
Reflexión: Devoción de San Antonio a la Virgen María
Los biógrafos
del Santo proclaman unánimemente la tierna devoción que San Antonio
de Padua profesaba a María Santísima. Desde niño y para siempre
encontró en el culto y la devoción a la Virgen el faro luminoso que
dirigió el rumbo de toda su existencia. En su predicación no se
cansaba en publicar las grandezas de María, cantar sus glorias,
defender sus privilegios e inflamar en su amor el corazón de sus
oyentes.
EJEMPLO:
Hallándose ya el Santo en los últimos momentos de su vida, gozó de
consuelos inefables con la aparición de la Virgen María, a quien
amaba como a su Madre del alma. Próximo ya a dar el postrer aliento,
quiso que sus últimas palabras fuesen para ella; y así rezó
devotamente aquel su himno favorito que repetía con frecuencia:
¡Oh la más
gloriosa de las Vírgenes! encumbrada sobre las estrellas. Abres las
puertas del cielo, para que los que lloran entren en él.
Breve
Meditación...
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